Aplaudiendo a un mentiroso
Poco le ha durado a Mariano Rajoy, ese minuto y 27 segundos de “gloria” con los aplausos de los suyos. Al día siguiente de acabado el Debate del Estado de la Nación, la Unión Europea daba cumplida cuenta a los españoles de cómo estaban realmente. Si el presidente del Gobierno dijo que el déficit en 2012 fue “por debajo del 7%” Bruselas dijo que era del 10,2%. Si Rajoy afirmó que la recesión era del 0,5% la UE la situaba en el 1,4%, si el jefe del Ejecutivo dijo que el paro iba en descenso la UE situaba la tasa del desempleo para 2013 en un 27%, hoy está por debajo de ese porcentaje. En parecidos términos se manifestaba Francisco González, presidente del BBVA. O sea que los diputados del Partido Popular aplaudieron a un señor que desde la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados mintió a los españoles falseando datos y lo peor es que lo hizo en presencia del ministro de Economía, Luís de Guindos, y del ministro de Hacienda, ese portento de mente preclara llamado Cristóbal Montoro, los responsables de la economía española que se supone deben conocer los números reales.
En esa intervención Rajoy intentó contentar a los autónomos con eso de que no ingresarán el IVA a Hacienda si ellos no han cobrado a sus clientes. Pero no les dijo nada sobre cómo evitar que muchos de estos tengan que cerrar sus pequeñas empresas porque las distintas administraciones, locales, provinciales, autonómicas o estatal no les pagan los servicios o trabajos que prestan a las mismas. Su no recuerdo mal creo que se aprobó una norma que emanaba del Gobierno, o se expresó el deseo de marcar unos plazos para que las administraciones públicas pagaran a sus proveedores, entre ellos a los autónomos, si esta norma está establecida obvio es decir que no se está cumpliendo y si no lo está lo que el Gobierno debe hacer es implantarla y cuanto antes mejor para evitar cierres de empresa y pérdida de empleos. Sería el colmo, lo está siendo, que las administraciones públicas no paguen a sus proveedores y que estos tangan que ingresar el IVA, que no han cobrado a estas administraciones, a la Hacienda Pública. Aunque España, ya se sabe, es diferente.
Evidentemente Rajoy acalló a Rubalcaba a pesar de que este último estuvo muy en su papel de oposición. Era fácil hacerlo por parte del presidente. Bastaba con hacer lo que Rajoy repitió constantemente: “¿Y por qué no lo hicieron ustedes cuando gobernaban? Claro que la pregunta puede hacerse por pasiva: ¿Y por qué no lo hace Rajoy ahora que gobierna? Porque precisamente por no haberlo hecho o por haberlo hecho mal el Gobierno de Zapatero es por lo que hoy Rajoy está en la Moncloa, porque si no a buena hora mangas verdes. Los muertos, muertos están. Es a los vivos a los que corresponde sacar adelante a este país, es lo que esperan los españoles que votaron por un cambio de Gobierno, votaron mayoritariamente a un señor que les sedujo cual moza inocente, ofreciéndoles el oro y el moro y que ahora se ufana de no haber cumplido lo que prometió y que dice que ha cumplido con su deber, será con el deber de no cumplir sus promesas ¿Qué se puede decir de un gobernante que dice estas cosas y que además dice que “tiene gracia que me recriminen que dejé de lado mis promesas electorales”? No, gracia no tiene, tiene guasa, mucha guasa.
En cuanto a la tragedia de los desahucios, nada de nada. Esa frase burlesca que pronunció ese diputado del PP subido en lo alto de la Tribuna del Congreso: “El Partido Popular va por el mismo camino que la plataforma”, era eso, una trágica y despiadada burla. Fue dicha para salir airosos de una situación crispada y que podría derivar en serios incidentes, pero son tan obtusos, tan prepotentes, que no se dan cuenta de que estas actitudes, esta falta de respeto a la ciudadanía, es la que puede dar mayor virulencia a cualquier incidente que se pueda dar en la calle. La gente aguanta, pero su capacidad de aguante tiene un límite y eso lo ha demostrado a lo largo de la historia.
Si hemos entrada en una dinámica de aplaudir a los políticos que mienten como ocurrió con Rajoy, las cosas seguro, seguro, que van a ir a peor. Al final este va a ser un país de ciudadanos cabreados, muy cabreados, y los cabreos suelen, lamentablemente, derivar hacia la violencia.
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