El Papa pide prudencia
El miércoles, 25 de septiembre de 1991, el diario Información de Alicante, nos informaba de que con motivo de un discurso dirigido a los obispos de Valladolid y Valencia, el extinto Papa Juan Pablo II ponía a caldo a la sociedad española a la que acusó, el lunes anterior, de “neopaganismo”. Juan Pablo II aprovechó la ocasión para criticar la “permisividad sexual, el divorcio, el aborto y la manipulación genética” y achacó todos los males españoles al “proceso de descristianización existente en España”. Vamos, vino a decir Juan Pablo II que más o menos éramos una extensión de lo que en su día fueron Sodoma y Gomorra. Solamente faltó mandarnos una lluvia de azufre y fuego. Por cierto, tanto Aznar como Anguita expresaron su coincidencia con las declaraciones del difunto Papa.
El actual Papa, Benedicto XVI, ha sido más generoso con los españoles. En la audiencia que concedió a los miembros del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española a cuyo frente iba su flamante y repetidor presidente, Antonio María Rouco y Varela, ese que nos habla a todos del obligatorio recato y de la observancia de los valores morales y al que algún miembro de su familia no escucha; según informa el periódico “El Plural” fuentes vaticanas adelantaron que el Papa pidió a Rouco una actitud más constructiva y trató de aplacar a los obispos españoles en su actitud frente al Gobierno. La misma fuente informante dice que “fuentes vaticanas adelantaron que la Santa Sede aconsejaría prudencia respecto con el Gobierno, en la búsqueda de una actitud constructiva en los temas en los que sea posible”. Creo que están claros los temas “en los que sea posible” Estos son: Mantener y mejorar los acuerdos Iglesia-Estado. Mantener y mejorar el concierto con los colegios religiosos. Mantener, por parte del Gobierno, el pago de sus salarios a los profesores de religión. Mantener y mejorar la aportación de los fieles en el IRPF. Mantener la restauración con cargo a las arcas públicas, de los edificios de la Iglesia Católica dedicados al culto. Como se puede ver todo son cuestiones que “encajan perfectamente” dentro de lo que es un Estado aconfesional como marca la Constitución Española. En estos temas es en lo que con seguridad “será posible” el que los obispos españoles aplaquen su actitud frente al Gobierno de España. En lo demás “caña” a Zapatero y a culpar al Gobierno y a la sociedad española de la falta de vocaciones sacerdotales y de que los ciudadanos vayan cada vez menos a la Iglesia. Los obispos no son culpables de nada. El día en que Dios baje a la tierra más de uno tendrá que arremangarse las sotanas y salir por piernas.
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